Ella me mira con sus palabras, me abraza y acaricia mi espalda
-Deberías dejar de volar -. Me susurra –Es hora de que tus alas tomen un descanso ¿no crees?-.
Yo gruño por un instante sabiendo que tiene razón, quizás sea la inercia del propio ser. Sé que esta vez ella cogerá mis alas y las volverá a coser. Dará su aire, sus camino, sus ideas al fin y al cabo. Yo me quedaré tumbado boca arriba, reposando un cuerpo herido, cansado y con un aire escaso.
-Sé que me darás aire para volar – Pienso.
Ella me responde sacándome la lengua mientras escribe un fragmento de nuestra propia historia. Esta noche dormiré tranquilo, sabiendo que el viento siempre es a nuestro favor. Mañana tal vez le gruña mientras me mira con sus ojos haciendo un poco más ángel. Esta noche ella me abrazará en silencio y me dirá
-Duerme tranquilo, es hora de que yo proteja mis sueños-.
Deberé suspirar, mirarle sabiendo que ella es el mayor de los sueños y finalmente me deje arrastrar por la calma que respiro entre sus brazos, buenas noches…aún sigo pensando en ti.
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