Chico de acero...

miércoles, 30 de marzo de 2011


Ella nunca se resignó a olvidar
Ella nunca se resignó a tener que perderle


-Y aunque pudo llorar-
-Nunca nadie la vio-


Me dice el viento que ha sucedido
Que la realidad supera el terso aroma de las letras
Susurran que hace poco
Una voz
Una palabra
Le hizo recordar
Le hizo comprender
Que él
Tenía que volver


-Chico de Acero-
-¿Recuerdas?-


Del canto de una leyenda
Sucedió un presente
Que acorta distancias
Que empequeñece los mares
Que provoca que la simpleza
De un “hola, sigo aquí”
“que ha sido de tu vida”
“Que ha sido de nuestros días”
Se magnifique
Y se agrande
Como todo aquello que no callamos


Te dijeron que volvería
Y lo creíste
Y aquí estoy yo
Y ahí estás tú,
Cuanto tiempo,
Cuanto silencio


¿Qué ha sido de tu vida?
¿Qué ha sido de la mia?


¿Si la echo de menos?

martes, 29 de marzo de 2011


¿Si la echo de menos?


A cada instante
A cada suspiro


Mientras intento recobrar una locura
Que a veces creo que perdí



Y en el silencio, en ese instante de la vida en el que nadie me ve, en ese momento me giro sobre mi espalda golpeando mi propio reflejo



Lo reconozco
Le necesito



Me entretengo pasando el rato en caminos inacabados de líneas paralelas hasta que al llegar me sonríe mientras me encojo de hombros. Tal vez me haya tornado más vulnerable, dispensable, inacabable, pensando a cada instante en cómo alcanzar su cielo. Y quemé con saña los conatos de la razón que pudieron dañarle, removí el orden del desierto cuando ella estaba mal



Y me queme en mí mismo
Mientras alcanzo su firmamento



Y sigo aquí, observando sus fotografías, recordando el aroma de su perfume, escribiendo en un cuento un nuevo estatuto central: prometo no pensar, y descansar un poco más para llorar un poco menos. Hay lluvia en mi ventana y observo la gente pasar mientras espero en mi portal a verle sonreír…mientras sigo buscando la manera de crear su firmamento.

Duermo...



Ella me mira
Me acaricia con el silencio de sus palabras
Deja que me aletargue
Que esta noche
Muera un poco más


Dice que escriba en alguna fotografía
Un “no te olvido”
Un “aún te siento”


Y a cada gota del lamento de esta luna solitaria
Miro el reloj,
Observo sus pisadas,
Y me pierdo
Y me dejo arrastrar
Por el más árido de los recuerdos insensatos


Me estoy volviendo loco,
Estoy perdiendo mi cordura,
Y cada instante
Solo puedo echarle de menos
Mientras dejo que a seis metros
Alguien susurre en mi regazo


Quizás no sienta,
Quizás deba perderme en una copa de whisky añejo,
Dejarme morir con sus años,
Envolverme en la nube de un cigarrillo,
Quizás le eche mucho de menos
Y me olvide de que existo
Porque ella,
Al igual que su sonido
No,
No está


Quizás yo tampoco
Debería estarlo

Recuerdos...

domingo, 27 de marzo de 2011
Hay cosas que deberían peremanece más allá de la memoría y del tiempo, más allá de una distancia que, en ocasiones, nos empeñamos en agrandar con silencio. Tal vez si dejasemos de mirarnos  el ombligo,  de pensar en aquellos que pasaron por nuestra vida o simplemente en aquellos que están pero a los que en ocasiones somos incapaces de ver. Creo que el presente texto habla por si solo, fue colgado un 8 de Abril del 2008...está integro, no se ha modificado nada...ni  siquiera sus acentos.




A veces dicen que es bueno para recordar quienes fuimos, quienes quisimos ser, y yo siempre me mantuve al margen de tus palabras siendo yo mismo quien salía en días de sol a sol a soltar canciones abiertas mientras buscaba mi vida más allá de la prisión del frío acero donde mis manos no eran más que nuevas ventanas para ti
  

            Y encontramos en el silencio
                                   Instantes para vernos sonreír
  

Como otras tantas madrugadas jugamos con el niño que veía helados en fotografías de playas desconocidas, bajo el cielo mirábamos como uno escribía mientras el otro sonreía cambiándonos los papeles cada vez que el tiempo decidía avanzar sin remedio, la risa fue la mejor llave para escapar de la prisión donde estábamos sumergidos
  

            Sin calma pero sin prisa
                        Recorrimos senderos en silencio
                                   Dentro de la esencia de la mirada
  

Pero el tiempo gritó por un instante que necesitaba distancia y yo simplemente tuve que marchar, dejé la guerra de fotografías de pollos plastificados para aquellos que no como nosotros mirábamos más allá de un cuerpo incrédulamente perfecto, guardamos silencio para hablar con el recuerdo observando como una playa marcó nuestro destino sin pensar
  

            Pero la realidad es distinta
                        Y la distancia no rompió nada
                                   Simplemente nos unió más 


Quedan muchos castillos de arena que levantar, esta playa también tiene un lugar para ti, esta playa te espera entre brumas matinales que entre sonrisas apenas logro recordar, afino mis recuerdos en dos montones, a un lado pongo las sonrisas y al otro las caricias de la voz, y en cada rincón escribo un nombre…al igual que tu escribiste uno en la playa.

El nacimiento de Astrid

miércoles, 23 de marzo de 2011

Astrid caminaba despacio por el alfeizar del rompeolas. Poniendo sus pies uno delante del otro como si de un juego de frágil equilibrio se tratase. Extendió sus brazos como si realmente quisiera volar,  solo de aquella manera podía sentir como se sentían aquellos pájaros a los que tanto admiraba. Sus pantalones gastados por el talón debido a su excesiva aunque jovial largura parecían barrer el suelo. Su larga y oscura cabellera bailaba al son de una brisa que envolvía todo el lugar con aromas de agua y sal. Yo le vi avanzar lentamente mientras dibujaba una tímida sonrisa en mi rostro, era como si la comisura de mis labios temiese romper aquel aspecto frío y distante que tantas y tantas veces había querido mostrar.


                Astrid sonrió mientras abría sus manos observando su blanquecina piel:
-¿Por qué has venido?-. Preguntó  con tono frío y distante.
-Quería verte caminar –Respondí –Quería ver como tomabas el camino adecuado. Quería ver como avanzabas, como te dejabas llevar por el viento. Como quizás las noches en las que te dibujé han valido la pena-.

Ella se giró mirándome fijamente mientras yo ocultaba mi mirada  bajo unas gafas de sol que en ocasiones parecían perpetuas.

-Sabes que bajo ese frío acero que intentas mostrar puedo ver lo que intentas proteger – Dijo Astrid –Sabes que soy como, que soy como ella-
-No intento proteger nada- Respondí mientras cruzaba mis brazos.
-Sabes que no es verdad…-.



Astrid se sentó sobre el alfeizar dejando que sus pies quedasen suspendidos en el aire. La brisa chocaba contra su rostro moviendo su oscura cabellera mientras sus azules ojos parecían perderse en el estrepito infinito del mar. No tardé en sentarme a su lado mientras apartaba mi cabello para poder ver por donde caminaba
-Y bien  ¿te gusta lo que ves? –Pregunté.
Ella volvió a mirarse las manos.
-¿Por qué así? –Preguntó.
Suspiré a la vez que entrecruzaba los dedos de mis manos por detrás de mi cabeza:
-Yo no soy tu ni tu eres yo, somos tan solo meros bocetos que quizás, tal vez, deban crecer- Respondí.
-Pero tampoco soy ella ¿verdad?-.
Sonreí al recordar a aquella persona a la que Astrid hacía referencia.
-No, no lo eres- Respondí.
-¿Entonces porque es este el color de mi piel, porque son los que bien ya sabes mis gustos, mis miedos, mis temores, mis pasiones?-.
-La noche es un momento en el que el silencio te deja escuchar tus propias ideas sabiendo que ella no despertará. Has llegado con calma, con esa sonrisa cómplice entre dos. Con la certeza de que si has de caminar hacia atrás lo harás. Sabes que ahora eres un mero esqueleto de palabras incompletas, un amalgama de suspiros perpetuos-.



Astrid sonrió cuando de repente los dos nos giramos observando una silueta avanzando por el rompeolas hasta nuestra posición. Al verle decidí esconder mi reproductor de música sabiendo que iba a suceder:
-No lo escondas que sabes que Sepultura se a va a ir fuera- Dijo Ruth mirándome con su dulce brillo de mirada.
-Sabes que te va a ser muy difícil conseguir eso- respondí entre gruñidos.
-Si claro, como ponerte ¿marmota?-.
-Panda, es Panda-.
Ruth y yo nos miramos fijamente diciéndonos con la mirada lo que en ocasiones las palabras son incapaces de decir.
-¿Es ella?-Preguntó Ruth mirando a Astrid.
-Es ella – respondí  -Espero que te guste…-.
Astrid nos miró extrañada pensando en que no éramos normales, siendo consciente de que sus pasos no habían hecho más que comenzar. Consciente de que su vida era el sueño de un abrazo bien deseado. Sabía que esas dos personas que parecían gruñirse y sacarse la lengua mutuamente al igual que le iban a mostrar las piedras del camino también le iban a enseñar a levantarse.